lunes, 23 de julio de 2012
Empieza por donde puedas...
lunes, 2 de julio de 2012
México, te veo triste e inconforme.
sábado, 12 de mayo de 2012
Quiero un México intolerante
Estos hechos han sido nota en casi todos los diarios del país. Las críticas han surgido también, principalmente señalando como "intolerantes" las actitudes mostradas por los estudiantes. Hasta donde se ve en las imágenes y videos difundidos, esa "intolerancia", parecen sólo expresiones de rechazo e inconformidad ante ciertos hechos concretos. Sin embargo, no parece haber daño, delito o agresión física hacia nadie. De ser así, será importante señalarlo también.
Más allá del candidato en cuestión, las protestas, los partidismos y la universidad, las críticas que señalan a la comunidad estudiantil de la Ibero como "intolerante", quizá, al final tengan razón. Y en tal caso, me proclamo a favor de la intolerancia. Es más, ¡yo quiero un México intolerante!
Yo quiero un México intolerante a la corrupción.
Yo quiero un México intolerante a los homicidios de hombres, mujeres y niños.
Yo quiero un México intolerante a la no rendición de cuentas.
Yo quiero un México intolerante a "estelas de luz" y monumentos sin sentido.
Yo quiero un México intolerante a la desigualdad entre la población.
Yo quiero un México intolerante al racismo.
Yo quiero un México intolerante a la falta de oportunidades.
Yo quiero un México intolerante a caciques que toman de rehenes a la "Educación"
Yo quiero un México intolerante a políticos y partidos de cualquier color que no vean por el bien común.
Yo quiero un México intolerante al daño del medio ambiente y los recursos naturales.
Yo quiero un México intolerante a todo aquello que dañe o evite el sano desarrollo de sus pobladores.
¿Tú qué México quieres?
lunes, 12 de marzo de 2012
¿Por qué los mexicanos no denunciamos?
Durante cerca de 20 años, me jacté de haber sido de los pocos ciudadanos del Distrito Federal a los que jamás lo habían asaltado. Extraordinaria suerte terminó hace 8 días.
Era un domingo, alrededor de las 6:30 de la tarde. Había comido en casa de mis padres, como suelo hacerlo casi cada fin de semana. Iba manejando en mi auto hacia mi departamento cuando me detuve en un semáforo en rojo por el que he pasado cientos de veces, pero esta vez, fue diferente. Dos chicos de alrededor de 16 años de edad, se acercaron a mi coche, primero rompieron la ventana del lado del copiloto, posteriormente amenazándome me “solicitaron” el celular y la cartera. Después de algunos segundos, mientras caía en la cuenta de lo que estaba ocurriendo, y al ver al asaltante cada vez más nervioso, decidí acceder a su petición. El semáforo se puso en verde y arranqué, lleno de coraje y frustración, sin saber a dónde dirigir, a quién llamar, ni con qué celular hacerlo.
Unas cuadras más adelante, me topé con una patrulla a la que detuve intempestivamente. Tras una breve reseña ante las autoridades, y con su ayuda, llamé a casa de mis padres, para avisar que iba de regreso, tras haber sufrido tal agresión. Una vez ahí, hice las llamadas pertinentes para cancelar tarjetas bancarias y línea de teléfono. Después, intentar dormir de la manera más tranquila posible.
Esa semana transcurrió de forma agitada, envuelto en una carga de trabajo por encima del promedio, así continuó hasta el sábado. El domingo decidí levantarme más temprano de lo usual y acudir al Ministerio Público a denunciar los hechos. Lo hice por dos razones: la primera, porque requería una copia certificada de la denuncia para poder acudir a Telcel (compañía de celular) para poder bloquear el equipo que me había sido robado, y evitar así, un posible mal uso de la información de mis contactos, que no sólo pudiera ir detrimento mío, sino de ellos. Segundo, porque aún cuando no creo en la eficiencia de nuestras autoridades para resolver los casos, prefiero darles el beneficio de la duda, antes que no hacerlo.
Una vez en el Ministerio Público, esta fue la crónica: Al llegar me topé con una mujer policía a la que le pregunté con quién debía hacer la denuncia. Ella me empezó a interrogar, pedir datos, información sobre los hechos anotándolos en una libreta. Luego me llevó hasta donde estaba un “licenciado” quien me pidió llenara un formato. Claro, no sin antes cuestionarme que por qué había tardado una semana en denunciar y tras explicarle, casi que hasta se enojó y de mala gana, continuó el procedimiento. En ese momento llegó otro policía quien me pidió que lo acompañara a otro lugar, y me volvió a pedir todos mis datos y reseña de los hechos. Éste a su vez, mientras le comentaba a otro policía, éste último iba repitiendo a través de un equipo de radiocomunicación para enterar del caso, a sabrá dios quién. Finalmente regresé con el “licenciado”, pude terminar de llenar el formato. Y me dijo, muy bien, ahora deberá esperar de 4 a 5 horas y dejarme la llave de su auto para que sea inspeccionado. Aún cuando no me sorprendió su declaración, mi reacción fue de: ¿Te cae?..¿y no me van a chingar mi coche?...¿y mientras qué hago? Y sobre todo…¿pues qué tanto van a hacer? No creo que encuentren ninguna pista de los ladrones, ¡la neta!En ese momento decidí platicarle que mi único o casi el único interés que tenía era obtener la carta para poder bloquear mi celular.
Ahí, cambió todo. Me dijo, bueno, en ese caso, mejor hagamos esto: rompa el formato que acaba de llenar donde cuenta que lo asaltaron, le dieron el cristalazo y demás, y llene este nuevo formato y sólo escriba que su auto estaba estacionado, y que al momento en que regresó, su celular ya no estaba. Con eso le firmo ahorita la carta que requiere, y se lleva su coche.
En ese momento pensé dos cosas: 1) Vaya mierda de sistema de justicia, que para hacer las cosas de forma correcta, debe uno esperar mínimo 5 horas. 2) Vaya mierda de compañía telefónica, que requieres una carta del Ministerio Público para bloquear un equipo del cual eres dueño. Y tres…ya sé que dije que eran dos, pero fueron 3…3) Vaya mierda, voy a cambiar mi declaración! Primero porque mi primordial interés es bloquear el equipo y segundo, porque aún haciendo mi declaración original, dudo muchísimo que atrapen a los rateros.
domingo, 12 de febrero de 2012
El problema no era mío...
jueves, 12 de enero de 2012
Soy México
A la par, en el día a día, se dan a conocer videos y comentarios sobre ciertos personajes de la sociedad, que no hacen más que subirse a su ladrillo e insultar e intentar denigrar al prójimo, ya sea llamándoles "prole", "pinches asalariados", "pinches gatos", "huelen feo", etc...
Por otra parte, se inaugura con casi 2 años de retraso un "monumento" "conmemorativo" del bicentenario de nuestra independencia con un costo aproximado de mil millones de pesos.
Estos 3 aspectos, sólo me indican una cosa: éste no es el México que quiero.
Estos no son los políticos que me representan. Estos no han sido los partidos que han visto por el bien de México. Y este no es un monumento digno de DOSCIENTOS AÑOS de Independencia.
Esperaría mucho más de una nación con esta "edad". Hasta ahora, tenemos una educación como país que da pena, una política y una sociedad corrupta, una delincuencia más organizada que cualquier otro ente de gobierno o ciudadano. Un civismo prácticamente nulo. Y una economía que tiene en la pobreza y en la desesperanza absoluta a más de la mitad el país.
Si bien es cierto que no hay que "tirarse al piso", ni "vivir en el pasado", sino ver hacia delante. No podemos ocultar nuestra realidad. Ahora, la pregunta que todos nos hacemos, ¿qué hacer?
Primero, "hacer país", asumirnos como mexicanos capaces y merecedores de una mejor nación, porque México no es un ente extraño. México soy yo, y yo soy el México que quiero.
Segundo, hacernos responsables y tomar las riendas en cada aspecto de nuestra vida y en cada acción, sea cuál sea nuestra posición en esta sociedad.
Empecemos por respetar la "ley" por muy pobre que ésta sea. Empecemos por respetar nuestro suelo y a quien tenemos a un lado. Empecemos por lo sencillo. No tiremos basura, no nos pasemos el alto, no hagamos la parada al camión donde no es, crucemos las calles por las esquinas, etc.
¿Cuánto tiempo nos tomará vivir en el México que tanto decimos querer? Todo depende. ¿Cuándo comenzaremos por lo sencillo?